jueves, 14 de abril de 2011

LA NOCHE DE SAN JUAN

La importancia de esta historia tiene más que ver con un embarazo que con otra cosa, pues quien vivió esto, estaba encinta cuando le ocurrió.

María (obviamente ése no es su verdadero nombre) quería aprovechar la tranquilidad de su embarazo para escribir una novela sobre brujas. Tras ir a la biblioteca a recoger datos, se enteró de que en su pueblo habían puesto una tienda esotérica, y decidió ir allí a investigar. En aquel lugar pequeñito había de todo, pero no la información que ella buscaba. La dueña, sin embargo, le dijo que podía ayudarle porque ella era bruja... en el buen sentido de la palabra, claro. Le explicó que no todas las brujas son malas y que generalmente, como ella, haberlas haylas, y le habló de sus reuniones, sus conocimientos y otras curiosidades...

No obstante, pasado un buen rato, la bruja le dijo a María mirándole la barriga las siguientes palabras: "vas a hacerme un favor: estás embarazada y ahora mismo eres una puerta al más allá, así que no hables de brujas, no pienses en brujas, escríbele un cuento bonito a tu hijo pero olvídate de ellas ¿vale?". Luego le dijo con cierto temor que aquello se lo decía porque se le habían puesto todo el cuerpo con piel de gallina y ese no era un buen presagio.

María se marchó a casa más alucinada con la historia que otra cosa, y tras contarlo un par de ocasiones luego se dedicó a escribir un cuento para su aún no nacido hijo donde, obviamente, no habían brujas.

Pasó el tiempo y la barriga creció más. Ya estaba incómoda, y si tengo que ser sincera, ella siguió contando la historia de las brujas a mucha gente, entre otras tantas, a mí....

Una noche tuvo una pesadilla muy extraña y según me contó, el miedo que había pasado era el pánico que sienten los niños cuando creen que hay algo debajo de la cama. Cuando despertó de la terrible pesadilla (cuyos detalles conozco pero para no alargar la historia no relataré) vio en la penumbra de la habitación que su marido dormía plácidamente. Sólo ella estaba agitada.

Y le costó tranquilizarse, pero ... ¿por qué?... porque unos rostros que tan sólo ella podía ver, con malicia en su mirada y perversión en sus intenciones, la miraban y le sonreían con maldad. Para protegerse de aquellos rostros trató de imaginarse una especie de cúpula que la cubriera e impidiera que los extraños rostros se le acercaran, y en un acto de valentía, les dio la espalda.

Pasaron unos minutos antes de que la sensación de acoso espiritual y maligno desapareciera, pero María se mostró muy tranquila cuando ocurrió. Había pasado del pánico más absoluto, a la serenidad más impactante.

Al día siguiente alguien le preguntó que qué había hecho la noche de San Juan.
- ¿Cuándo fue? -preguntó María.
- Anoche. - Le contestaron.

Obviamente María había pasado la noche luchando contra los espíritus que veían en su embarazo una puerta abierta, y en la noche de San Juan un buen momento para bajar al plano terrestre. Pero ¿y si no hubiera contado tantas veces lo de las brujas? ¿No podía haberse ahorrado aquella pesadilla que vivió despierta?

Si una bruja te hace una advertencia.... no hagas oidos sordos, o te arrepentirás querido visitante...

2 comentarios:

  1. Yo si creo en las brujas... y la historia podría haber sido verídica :/
    No sabia eso de los embarazos, ¿Sera real?

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